Búsqueda de la Santidad
OBJETIVO: exaltar los valores de la vida religiosa y su fuerza santificadora.
PRINCIPIOS: Amor a Dios es la primera y más excelente forma de la caridad sobrenatural, hasta el punto de que valora y condiciona los otros dos aspectos del amor caritativo que, desvinculados del motivo formal de la caridad –la bondad divina en sí misma-, dejarían de pertenecer a ella para convertirse en simple filantropía.
FUNDAMENTOS DE LA CARIDAD FRATERNA:
- NATURAL: aunque de manera actual solo pertenecen al Cuerpo místico de Cristo los que han recibido el bautismo y cumplen determinadas condiciones, en potencia están llamados a incorporarse todos los seres humanos sin excepción. Por eso la caridad debe extenderse a todos los que en acto o potencia son del Cuerpo místico de Cristo, quedando excluidos los demonios y condenados en el Infierno.
- SOBRENATURALES:
- Gracia Bautismal: Todos los bautizados estamos íntimamente unidos entre sí y con nuestra Cabeza, Cristo. Hemos de sentirnos íntimamente solidarios unos de otros, sufriendo con los que sufren y alegrándonos con los que se alegran. La menor frialdad voluntaria, deliberadamente retenida, contra un hermano es un obstáculo para la unión con Cristo.
- Profesión religiosa: Incorpora a una nueva familia sobrenatural dentro del Cuerpo místico de Cristo, que vincula y une más estrechamente que el Bautismo.
PUNTOS CONCRETOS DE CARIDAD FRATERNA:
- Sentir interiormente una gran estima hacia todos: la caridad no puede subsistir con el orgullo, sino que se somete a los demás.
- Tratar a todos con respeto, franqueza y cordialidad: la caridad honra a los que estima con reglas de urbanidad (gracia en el rostro, benignidad en los labios, afabilidad en la mirada, dulzura, en las palabras…)
- Ser de igual sentir que el otro: con atención para no herir a los demás, huyendo de ser espíritu:
- Susceptibles: que se ofenden por nada
- Quisquillosos: que gozan contradiciendo
- Independientes: que se erigen en árbitros supremos
- Suspicaces: que rumian secretamente y consideran que todo se dirige a ellos
- Descontentos: que hallan detestable todo lo que les manda la obediencia
- Imperiosos: que pretenden imponer sus opiniones
- Burlones: que no perdonan
- Acomodarse a los diferentes temperamentos: la caridad soporta los temperamentos más difíciles y extravagantes, aunque a veces sienta levantarse en el corazón pasiones en contra
- No negar ningún servicio razonable: la caridad hace todo lo que puede, cuando hace poco desea hacer mucho.
- Tomar parte en los goces y asociarse a las penas: la caridad hace todo común
- No irritarse por las injusticias del otro: es necesario perdonar y devolver bien por mal, jamás guardando en el corazón sentimiento alguno contra nadie.
- Pedir perdón cuando se ha ofendido, confesando humildemente la culpa
- Rodear de cuidados y agasajos a los enfermos, débiles, ancianos, huéspedes y recién llegados
- Orar mucho por los difuntos y más necesitados
- Interesarse vivamente por toda la congregación, sus trabajos, éxitos y reveses: no ignorar nada de cuanto atañe a todas las cosas de la congregación.
TENER EN CUENTA LA DIVERSIDAD DE TEMPERAMENTOS Y CARACTERES:
- Orgulloso: no piensa más que en sí mismo, todo lo hace redundar sobre sí y tiende siempre a elevarse y procurar su propio bienestar.
- Envidioso: sufre por el talento y los buenos éxitos ajenos, a los cuales procura rebajar de todos modos.
- Frívolo: que se detiene en la superficie de las cosas, fogoso en las cosas ridículas y frío en lo serio.
- Descuidado: no toma nada con interés, ni siquiera lo que mira a la gloria de Dios y a la prosperidad de la comunidad.
- Indiscreto: quiere saber el por qué y el cómo de las cosas, pregunta lo que no le atañe, habla sin ton ni son, y quiere oírlo todo.
- Susceptible: todo lo ve sombrío, todo lo interpreta mal, todo lo toma al revés.
- Tímido: se cree incapaz de todo y fracasa solo por el temor de fracasar.
- Sensible y delicado: tiene minucioso cuidado de su salud, quejándose a todo el mundo de las menores incomodidades y del más insignificante malestar.
- Hipocondríaco: soñador y sombrío, que por todas partes ve el mal, es insoportable a sí mismo y a los demás.
- Independiente: en todo y por todo quiere ser árbitro de su conducta, todo lo hace a su capricho y no soporta observación alguna.
- Original: tiene ideas y maneras de pensar, de hablar y de obrar opuestas a los demás.
- Violento e impaciente: no puede soportar contradicción ni espera, y se manifiesta con ademanes bruscos y desagradables.
- Reconcentrado: en todo y por todo anda con disimulos, y sigue siempre caminos raros.
- Inconstante: rápido cambia de conducta, de consejo, de dirección.
- Simpático: anda siempre a la búsqueda de algo a lo que pueda aficionarse sensiblemente, lo cual no remediado a tiempo puede ser causa de grandes males.
- Enredador: todo lo pone en duda, no deja la crítica de lo que se dice y sabe.
- Visionario: impulsado por la soberbia induce a andar por caminos extraordinarios, desdeñando lo que Dios quiere
- Perezoso: no sabe llevarse la contraria a sí mismo y todo lo hace con lentitud y desidia.